
05 mayo 2010
Un mundo.
Definitivamente cada cabeza es un mundo...
Aunque algunas sean un imperio y otras una aldea -como dirían los andaluces divinos de Estopa-.
Mi reflexión es hasta que punto podemos siquiera entender el mundo ajeno y el mundo simplemente. Que, con frecuencia, no es sino el reflejo de los pensamientos y acciones de otros, -y los propios claro está-.
Todos, sin casi excepciones en la historia humana, filtramos una cantidad indefinida de veces lo que percibimos, y probablemente, cada vez que lo hacemos distorsionamos la realidad.
Sea la realidad del mundo en si o la del mundo que existe en la mente ajena.
Cuando aprendimos a hablar, memorizamos que el color de las plantas se llama "verde", pero ninguno puede saber si como veo yo el verde coincide con como ve otro ese mismo color. Es una elección de vocablo arbitraria, necesaria pero arbitraria.
Lo llamamos "verde", y así nos comunicamos de forma bastante eficiente en cuanto a la forma, pero dudo en cuanto al fondo.
Mi profesor de filosofía (cabe el ejemplo de filtro mental; no recuerdo su nombre pero si que le faltaba parte de un dedo y donde me sentaba yo en su clase) decía que es humanamente imposible comunicarse realmente. Tiendo ahora a darle la razón.
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