17 febrero 2012

El calor de tu piel...

Me pregunto, con sorpresa, nostalgia, alegria y complicidad, como llegamos a caber
en un espacio tan reducido. Y mas sorprendentemente, lograr descansar...

Una vez en tu lado ya no habia cabida para movimientos ni bruscos ni espontaneos.
Cualquier variacion parecia mas un baile, armonioso pero ensayado.
Una coreografia previamente concebida.

Una vez a tu lado terminaba con las narices contra la pared a la izquierda
y contra todos los musculos de tu (memorable) espalda del lado opuesto.
Parecia mucha piel y demasiadas extremidades los segundos que nos tomaba acordar
de que manera podriamos encontrar la comodidad durante las horas que venian.

Pero una vez lograda tal asociacion (no habia como disociarse y supongo que es
lo que apreciabamos a pesar de la falta de libertad auto-impuesta) era tal la profundidad
del reposo que me entere que roncabas -como un camion de carga pesada en la peor
de las condiciones- en medio de una situacion estrafalaria y bastante hilarante.

Por mi parte, lo que mas me encantaba de tal situacion, era la cercania del calor de tu piel.
Probablemente mas que el tacto de la misma, tu voz profunda de suenos al despertar
con el sol o el brillo sorprendido de tus ojos al abrirlos cuando no me quedaba mas remedio
que pasarte por encima si tenia sed de madrugada.

Mas tarde, cuando se amplio el espacio que nos albergaba,
el confort aumento proporcionalmente, el descanso se hizo sino mas profundo
bastante mas sencillo pero se alejo de mi piel una parte del calor de la tuya
durante las horas sin luz....



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