01 enero 2010

La Casa inmemorial de los rencores...

Estoy viviendo en la casa inmemorial de los rencores, esa, esa misma, la que está un poco mas allá de la esquina del olvido.

La de paredes blancas, la de suaves rosas pálidas contra la pared. Esos tiernos capullos de desamor que pasan el tiempo contándose las mismas eternas historias que cambian todos los días sin variar nunca, desde que Lucy abrio los ojos a este mundo por primera vez.

¿Quieres tomarte un café conmigo? En aquel banco, a la sombra. Es un rincón agradable para compartir esos dolores pequeñitos que te hacen decir: "La vida no es fácil, pero, se siente tan rico estar aquí!"

Y quien sabe, el melao de nuestra bebida de atardecer tal vez nos ayude a ver caminar mas rápido al tiempo, por la vereda del patio de atrás de mi casa inmemorial.
Todos los días pasa ese hermoso y canoso eterno,
a la misma hora. O tal vez no sea siempre a la misma hora. Pero no importa, en cuanto a eso el mundo se inclina ante él. Camina sin prisa, con la paz de quien sabe no va a ningun lado y sabe que regresará.

Fíjate bien, ahí viene, el de cabello gris que corretea y juega con aquél pequeño niño.


No pongas esa cara de asombro. No recuerdas acaso que cuando se es niño, el tiempo es un juego?
Lo que sucede es que adapta su ritmo y cadencia a cada quien. Tal vez a mas cansado estés mas apresurado lo que quieras ver pasar; pero no suele suceder así, accelera el paso y el lo hará contigo.

¿Como que no lo viste pasar?
Supongo que te distrajiste conversando, dejaste de preocuparte por el mundo, aquí en la terraza, a la sombra de mis tan conversadoras e intimas flores.

Tal vez porque tu no lo viste me picó el ojo al pasar; "Si no me ve me sentirá tarde o temprano", pensó al verte tan sereno, sonriendo entre los susurros de terciopelo claro y las espinas llenas de picardía.

Sabe que yo estaré aquí. El me espera siempre entre los vapores de mi bebida caliente y dulce.
Todos los dias a la misma hora.

De nada.
Cuando quieras.
Es un placer tenerte aquí.
Aunque sea un rato; asi dejas como rastro uno de esos escasos, fugitivos y mágicos momentos que nada tienen que ver con mi viajero eterno, compañero de todas las tardes.

¿Te gusta mi casa de los rencores?
La pinté de blanco por fuera para que disfrute más del sol y se sienta siempre tibia.
¿Ese ruido?Es su risa porque sabe que hablo de ella.
Es azul profundo por dentro, con mil constelaciones. Total nunca entro antes del anochecer. Es lógico. Cuando los rencores más llaman es cuando la luz descansa.
Ese rinconcito desordenado es el que lleva tu nombre, ves, no hay mucho. Hasta le tengo afecto a aquel rencor gordito que revuelca sobre si mismo satisfecho de ver como se estira su barriga un poquito más cada tarde cuando el café se enfría en la otra taza.
¿Pero que tiene de inesperado?
¿Como recordar donde están mis cuatro paredes si se encuentran más alla de la esquina del olvido? ¿Como recordar la serenidad, y la intimidad, entre pétalos chismosos si mi jardín está más alla de la esquina del olvido?

No, por favor, no te molestes, ni levantes así la ceja, que te pueden salir arrugas tempranas.
Aunque no, quedate así un rato, te ves tan hermoso liberando rencores. ¿Y que mejor lugar?
Mira, aquella gavete se abrió sola, esperando tus palabras.

Hay otra casa como esta, pero está antes de la esquina del olvido. Y ahí las flores no se miran, el café está frío y el tiempo se detiene a la fuerza. ¿Que esperabas de un lugar donde cohabitan tantos rencores si no han pasado por el olvido?

Si tienes algo que decirme solo dilo. Esta es la calle de lo inusual. ¿Donde más has visto al tiempo como un hombre de cabello gris que saluda al pasar?
Aquí los gritos que liberan toman forma de niños que juegan a la pelota en medio de la calle.
La búsqueda de si mismo se hace observándose en espejos de agua mientras alguien salta sobre tu espalda para jugar a caballito. Todo al tiempo que los loros aplauden y las aves de corral intentan concluir: "Quien fue primero, el huevo o la gallina?"

Lo sé, te vas. Y no lo niegues, tal vez no intentes volver.
Mañana el tiempo, riendo, me dirá que estás corriendo tras él y que esa es la mejor manera de no alcanzarlo.

No creo que recuerdes como regresar a mi refugio. Más allá de la esquina del olvido.
Pero igual, la esperanza, que es quien desempolva mi mundo, prepararé café suficiente para dos, todas las tardes antes de que pase el tiempo.

1 comentario:

Lulu dijo...

Qué casa tan hermosa...
Qué calle tan inusual....
Qué búsqueda tan emocionante la que se emprende entre rosales chismosos que saludan al gentil tiempo.

Más allá de la esquina del olvido deberíamos dejar a todos aquellos recuerdos impacientes que buscan al tiempo para tratar de alcanzarlo...

Me encantó!
Es de un "junguiano" feroz... tan "Carroliano", también...

Un abrazote, enorme!