30 julio 2010

Billy the beaver


Billy es un castor... de peluche. Pequeñito.

Una de las tantas cosas que se pueden comprar en la tienda de souvenirs de la CN Tower de Toronto.

Billy es el recuerdo que escogí para mi por encima de una franela de Hockey que me encantaba y un mug negro con la estampa de la torre.

Billy no se llamaba Billy en su lugar de origen. Lo bautizaron así para mi.

Billy es el depositario de un día que me encanta y que odio recordar, al mismo tiempo.

A veces quisiera enterrarlo en el fondo de una gaveta y olvidarlo por siempre y otras solo lo miro y le sonrío. Entre tanto esta en un lugar muy visible... Supongo que, de algún modo, es mas (aunque sea un poco) lo positivo que representa que lo malo.

Billy es el recordatorio de quien así lo llamó.

De la caminata que implicó llegar a la torre, de la exposición de plantas de Ontario al pie de la misma, de haber contemplado la ciudad por primera vez desde arriba, de mis gritos de niña pequeña al colocarme en el piso transparente, de "choose what U want and I´ll buy it for U", de un suéter negro en altisimo contraste con un piel muy blanca y una mirada velada y desesperanzada que desconocía.

De un querer que no terminara nunca y un querer huir corriendo definitivamente sin mirar jamás atrás.

Billy es un día bastante incomprensible para mi y un poco caótico. Altamente inusual e igualmente desgastante.

Billy es la antesala a la catástrofe puntual y la memoria que no se borra.

Billy es la profunda tristeza entre las cuatro paredes de una habitación de hotel y la esperanza que se esconde con mucha inteligencia pero que se niega a desaparecer.

Billy se quedará en el sitio asignado mientras yo vuelvo a su lugar de procedencia.

Para no llevar en la maleta todo lo que es y del mismo modo poder acompañarlo más tarde con otro objeto que sea tantas cosas como él pero totalmente distintas. Cosa de capítulos de la vida... :)


1 comentario:

Lulu dijo...

Me hiciste recordar mi "nintje" que tuve alguna vez como fondo de pantalla.

Yo la conocía como "nintje, konijntje" porque alguien, alguna vez, la bautizó así para mí.

Luego descubrí su nombre: Nintje.

Y es tan caótico mi sentimiento por Nintje como el que te produce Billy cada vez que lo miras.

Cosas que pasan en la vida... que pasan. Pasan. A veces nos quedan recuerdos. Pero ciertamente pasan.